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San Antonio de Padua

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  • 1195: Nace en Lisboa y en el bautismo recibe el nombre de Fernando.
  • 1210: Sufre una grave crisis de pubertad. Ingresa en Lisboa en los Canónigos Regulares de San Agustín.
  • 1212: Se traslada al monasterio de Santa Cruz de Coimbra.
  • 1220: Pasa a formar parte de la familia franciscana.
  • 1220/21: De finales del otoño de 1220 a marzo de 1221, misionero en Marruecos.
  • 1221: De regreso a Portugal, la nave en que viaja es arrastrada por la tempestad, y va a parar a Sicilia.
  • 1221: Del 30 de mayo al 8 de agosto, participa en el capítulo general de Asís, terminado el cual lo destinan al eremitorio de Monte Paolo en la Romaña.
  • 1222: El 24 de septiembre pronuncia en Forlí el discurso que revela su sabiduría, hasta entonces escondida, y se le confiere luego el oficio de predicador.
  • 1223/24: Maestro de teología en Bolonia, con la aprobación de San Francisco.
  • 1224/27: Apostolado en Francia.
  • 1224/25: Mientras predica Antonio en el capítulo provincial de Arlés, se aparece San Francisco estigmatizado.
  • 1226: Custodio de los hermanos en la región de Limoges.
  • 1227: A finales de este año, regresa a Italia.
  • 1227 (?): Es elegido ministro provincial del norte de Italia.
  • 1230: En el capítulo general de Asís deja el oficio de provincial; luego, por asuntos de la Orden, pasa unos meses en la curia pontificia. En el otoño, regresa a Padua.
  • 1231: Del 5 de febrero al 23 de marzo, predica en Padua la cuaresma, con predicación diaria, práctica hasta entonces desconocida.
  • 1231: Desde la segunda mitad de mayo hasta el 13 de junio, Antonio permanece en el eremitorio de Camposampiero, cerca de Padua.
  • 1231: El 13 de junio, por la tarde, Antonio muere a las puertas de Padua, en el pequeño convento de los frailes situado en La Cella, junto al monasterio de las clarisas.
  • 1232: El 30 de mayo, Gregorio IX canoniza a San Antonio en Espoleto.

Resulta muy difícil, cuando no imposible, determinar las fechas exactas de los hechos y acontecimientos de la vida de una persona, tanto más si vivió hace muchos siglos. En el caso de San Antonio, como sucede en otros muchos similares, nos constan con seguridad hechos, actividades, viajes, estancias en regiones o lugares, datos topográficos, etc., de los que, sin embargo, no tenemos los correspondientes datos cronológicos concretos y seguros, y no podemos precisar el cuándo, las fechas en que sucedieron, el tiempo de estancia en una ciudad o región, el inicio y el término exactos de una determinada actividad, etc. Esto no significa, por otra parte, que las fuentes históricas carezcan de toda precisión, aunque no nos ofrezcan la que nosotros quisiéramos. A menudo hemos de contentarnos con fechas casi seguras, aproximadas, más o menos probables.

En la vida de San Antonio, las fechas que tienen que considerarse históricamente seguras, indiscutibles, y que pueden servir de apoyo a las demás, son las siguientes:

1220: Antonio ingresa en la Orden fundada por Francisco de Asís.

1221: Después de la fallida misión en Marruecos, donde pasó gravemente enfermo todo el invierno, y después de una breve estancia en Sicilia, Antonio participa en el capítulo general de Asís.

1226: Antonio se encuentra en Limoges.

1229: Antonio está en Padua y en la Marca de Treviso.

1230: Antonio asiste en Asís al capítulo general; de allí se traslada a la curia pontificia romana.

1231: Antonio predica en Padua la gran cuaresma; luego permanece algún tiempo en el eremitorio de Camposampiero; y muere en La Cella, suburbio de Padua, la tarde del 13 de junio.

Dentro de ese marco, el análisis de las fuentes históricas permite establecer, teniendo en cuenta lo ya dicho, la siguiente cronología:

1195: Sin que se pueda determinar el día ni el mes, nacimiento de San Antonio en Lisboa, cerca de la catedral, en la que fue bautizado; no sabemos con seguridad el nombre ni la identidad de sus padres, si bien, según algunas fuentes, debían de ser de clase social distinguida, y muy jóvenes cuando les nació este hijo, al que pusieron en el bautismo el nombre de Fernando.

1201-1210: Durante estos años, aproximadamente, Fernando Martín o Martins, que así se llamaba nuestro santo, frecuentó la escuela catedralicia.

1210: A la edad de 15 años sufrió una fuerte y grave crisis de pubertad; y retirándose del mundo ingresó en el monasterio, o mejor “canónica”, de San Vicente de Fora, situado a las afueras de Lisboa, donde vivía una fervorosa comunidad de Canónigos Regulares de San Agustín, cuyo hábito vistió.

1210-1212: Un par de años permaneció Fernando en San Vicente de Lisboa, continuando los estudios sagrados y profundizando en el conocimiento de la Regla de San Agustín; hasta que pidió a los superiores ser trasladado, para librarse de la dañina importunidad de los amigos lisboetas que lo visitaban, turbando su paz interior.

1212-1220: Desde finales de 1212 hasta el verano de 1220, Fernando permaneció en Santa Cruz de Coimbra, adonde lo trasladaron los superiores secundando su deseo de salir de Lisboa. Santa Cruz de Coimbra, perteneciente también a los Canónigos Regulares de San Agustín, era entonces el centro más famoso de cultura sagrada en el reino lusitano. Los años allí pasados fueron importantísimos para la formación intelectual del santo, que podía disfrutar de grandes maestros y de una rica biblioteca; en cambio, el nivel disciplinar y espiritual de esta comunidad no alcanzaba unas cotas tan elevadas como las de la comunidad de San Vicente.

1220: El 16 de enero de aquel año mueren martirizados en Marrakech (Marruecos) los protomártires franciscanos, Berardo y cuatro compañeros, quienes, de viaje a tierra de musulmanes, habían pasado meses antes por Coimbra, y habían sido acogidos con veneración por la reina Doña Urraca y su cuñada Doña Sancha. Los restos mortales de los mártires, guardados en dos cofres de plata, fueron llevados por el Infante Don Pedro hasta Coimbra, y allí colocados en la iglesia de Santa Cruz, donde todavía son venerados. Los milagros acrecentaron la devoción del pueblo y fomentaron el recuerdo de la gesta de los mártires.

1220: Ordenación sacerdotal en Coimbra. Ningún documento histórico dice expresamente el lugar ni la fecha de la ordenación sacerdotal de Antonio. Del análisis de las fuentes parece deducirse con bastante seguridad que Antonio era ya sacerdote cuando abrazó “la forma de vida” de San Francisco, y que debió de recibir la ordenación sacerdotal en la “canónica” de Santa Cruz de Coimbra, probablemente en febrero o marzo de 1220, a la edad de 25 años.

1220: En el verano de 1220, el canónigo Fernando Martín pasa a pertenecer a la familia franciscana. Los móviles de la vocación franciscana de Fernando fueron las noticias que llegaban de los mártires de Marrakech, y luego la presencia de sus restos mortales en la misma iglesia de Santa Cruz de Coimbra, con los milagros que los acompañaron. El martirio tuvo lugar el 16 de enero de 1220, y el Infante Don Pedro necesitó un cierto tiempo para poder trasladar tan preciosas reliquias hasta Coimbra. Esto y otros hechos históricos, como la muerte de la reina Doña Urraca el 3 de noviembre de 1220, permiten situar la vocación franciscana de San Antonio en el verano de 1220.

1220: Entre septiembre y octubre de aquel año, un día en que los frailes del convento o “lugar” de San Antón de Oliváis fueron a la “canónica”, como de costumbre, a pedir limosna, Fernando les manifestó el deseo de vestir su hábito, si luego lo enviaban a tierra de musulmanes, para merecer compartir la corona de los santos mártires. Obtenidos los debidos permisos (el consentimiento del prior y de la comunidad de Santa Cruz), Fernando Martín pasó de los Canónigos Regulares de San Agustín a los Hermanos Menores de San Francisco, se fue a vivir al mencionado “lugar” de Oliváis, y cambió el nombre de Fernando por el de Antonio. Debió de tratarse de una estancia muy corta. Allí hizo un brevísimo y acelerado noviciado, explicable porque se trataba de una persona con formación y experiencia de vida comunitaria, y porque todo su deseo al cambiar de religión era tener la posibilidad de ir de inmediato entre sarracenos y sufrir el martirio por Cristo. Por otra parte, Honorio III prescribió a los Hermanos Menores el noviciado de un año completo con una bula de fecha 22 de septiembre de 1220, bula que debió de llegar a Portugal cuando Antonio habría marchado ya a Marruecos.

1220-1221: Entre finales del otoño de 1220 y marzo de 1221, Antonio fue misionero en Marruecos. Admitido en la Orden de San Francisco, obtuvo enseguida el permiso para ir a tierra de infieles. Desconocemos el itinerario que siguió y las ciudades de Marruecos en que estuvo; según la costumbre franciscana tenía que llevar consigo un compañero, pero ignoramos quién lo acompañó. En resumen, lo que sabemos es que estuvo en Marruecos, y que pasó gravemente enfermo todo el invierno, de noviembre de 1220 a febrero de 1221; esto le obligó a regresar sin haber alcanzado el deseado martirio. Los planes de Dios no coincidían del todo con los de Antonio.

1221: Por marzo-abril, llegó a Sicilia, donde permaneció poco tiempo. Para recuperar la salud quebrantada, Antonio había embarcado en Marruecos rumbo a su patria, pero la violencia de los vientos contrarios empujó la nave hasta Sicilia, donde el santo pudo desembarcar. Llegó a Mesina, y los frailes que lo acogieron le informaron que se iba a celebrar pronto un capítulo general en Asís, al que podían asistir los hermanos de toda la Orden e incluso los novicios.

1221: Del 30 de mayo al 8 de junio, Antonio estuvo en el capítulo general de Asís. Aunque ninguna fuente lo especifica, no hay duda que se trata del capítulo llamado de las esteras, celebrado en Asís el año 1221, a la cabeza del cual estuvo San Francisco; fue el último capítulo abierto a todos los frailes, duró 9 días y al mismo concurrieron más de 3.000 hermanos, según Jordán de Giano (Crónica, n. 16); en él se informó del martirio de cinco hermanos en Marruecos y se aprobó la Regla no bulada. Terminado el capítulo, cada cual regresó a su provincia o marchó a la misión que se le había confiado. Antonio, incorporado recientemente a la Orden en tierras lejanas, era allí desconocido y pasó desapercibido, inmerso en la reflexión de lo que veía y oía; como no tenía un destino establecido, fray Graciano, provincial de Romaña, lo admitió en su provincia con permiso de fray Elías, entonces ministro general.

1221-1222: Desde junio de 1221 hasta septiembre de 1222, Antonio estuvo en el eremitorio de Monte Paolo, cerca de Forlí. En efecto, después del capítulo general, Antonio marchó con fray Graciano y otros hermanos a su nueva provincia, Romaña, y fue destinado al eremitorio de Monte Paolo, en el que no había ningún sacerdote. Durante unos quince meses, allí pudo el santo madurar su vocación franciscana, sacar conclusiones de su experiencia misionera, sumergirse en la contemplación y en la vida ascética. Hasta que un hecho, en apariencia fortuito, iba a cambiar el rumbo de su vida.

1222: El 24 de septiembre acudieron a Forlí multitud de frailes, entre ellos Antonio, para recibir las órdenes sagradas o asistir a tal celebración, y para luego, en la fiesta de San Miguel, día 29, participar en el capítulo provincial. Antes de que los ordenandos se trasladaran a la catedral, sucedió la escena famosa en la residencia de los Hermanos Menores: se debía dirigir una exhortación espiritual a los ordenandos, y resultó que ninguno de los sacerdotes presentes, ni siquiera de los dominicos que habían acudido, se había preparado, por lo que rehusaron improvisar el “fervorín” de circunstancias. En tal situación el superior franciscano de aquella comunidad ordenó a Antonio que dijera dos palabras de edificación, y el santo, sin pretenderlo, puso de manifiesto su gran cultura bíblico-teológica, así como su profunda espiritualidad, para asombro y alegría de los asistentes.

1222: A finales de aquel mismo mes de septiembre, llegó a oídos de fray Graciano, que como ministro provincial presidía el capítulo de San Miguel, lo que había sucedido días antes, y hechas las oportunas averiguaciones confirió a fray Antonio, de acuerdo con la norma de la Regla no bulada, el oficio de la predicación, que lo habilitaba para predicar en todo el territorio de su provincia religiosa.

1222: En octubre de 1222, Antonio comienza su misión de predicador itinerante por Romaña. Consagra todo su tiempo a la tarea de la evangelización, peregrina por los pueblos, acude allá donde se le invita a ejercer el ministerio de la Palabra, predica a sus propios hermanos de hábito, a grupos de estudiantes, a confraternidades, pronuncia discursos en sínodos, en capítulos canonicales o reuniones monásticas, e incluso ante la curia pontificia. A su predicación moral y penitencial hay que asociar su acción pacificadora, su enseñanza de la S. Escritura a sus hermanos, su enfrentamiento con los herejes, etc.

1223: Estancia misionera en Rímini. Este es el único de los lugares evangelizados por Antonio al que se refieren expresamente las fuentes históricas. Sabemos que era una ciudad saturada de herejes, a los que Antonio se enfrentó con sus armas evangélicas: el Evangelio vivido de manera heroica y coherente por él y sus hermanos, las discusiones públicas, las exhortaciones al pueblo y los consejos personales. El efecto de su predicación fue notable tanto entre los católicos como entre los cátaros; cabe destacar la conversión de Bononillo, veterano dirigente cátaro. Fuentes tardías sitúan en Rímini el milagro de la predicación a los peces, y el de la borrica que se postró en adoración ante la Eucaristía.

1223-1224: Las fuentes históricas, aunque ya no la Assidua, permiten concretar que San Antonio fue el primer “lector” o maestro de teología de la Orden y que comenzó su docencia en Bolonia, capital de Romaña, a finales de 1223 o a lo sumo a principios de 1224, prolongándose allí su magisterio de las ciencias sagradas por espacio de un año aproximadamente; respecto a las fechas hay que tener en cuenta la carta o nota que le dirigió San Francisco, en la que se cita un pasaje de la Regla bulada, que fue aprobada por Honorio III el 29 de noviembre de 1223; de otro lado, a finales de 1224 o principios de 1225 Antonio se encuentra ya en Francia. En la actualidad no hay dudas sobre la autenticidad sustancial de la breve carta que envió San Francisco a San Antonio, en la que el Poverello le dice a “mi obispo”, así llama a Antonio, que le agrada que enseñe teología a los hermanos, con tal que el estudio no apague el espíritu de oración y devoción. Las fuentes subrayan que Antonio se dedicó a la enseñanza de la teología, no por propia iniciativa, sino accediendo a las insistentes súplicas de los frailes, por la necesidad de una mejor formación de los predicadores, y tras obtener la aprobación del mismo Francisco.

1224-1227: Desde el otoño de 1224 hasta finales de 1227, San Antonio estuvo en el sur de Francia, dedicado a una multiforme actividad apostólica. El estado en que se encontraba esa región, trabajada por la acción de los herejes albigenses y atormentada por la cruzada y sus secuelas, preocupaba a la Iglesia, y Honorio III había pedido a los maestros de teología de París y de otras partes que se hicieran presentes donde estaban los albigenses; allí se encontraban ya los cistercienses, los hijos de santo Domingo, y también los de San Francisco, a quienes los máximos responsables de la Orden de los Hermanos Menores enviaron como refuerzo a San Antonio.

1225: Hacia 1225 se encuentra Antonio de “lector” o maestro de teología y de predicador en Montpellier, ciudadela de la ortodoxia católica, donde se formaban los dominicos y los franciscanos para predicar a los albigenses de la región. Aquí sitúan algunas fuentes un milagro de bilocación del santo mientras predicaba, y algún otro.

1224-1225: En una fecha que ha de situarse entre septiembre de 1224 y mayo de 1225, mientras Antonio predicaba en el capítulo provincial que se estaba celebrando en Arlés (Provenza), se apareció San Francisco estigmatizado. No hay dudas sobre el hecho, atestiguado ya por las primitivas fuentes biográficas franciscanas: 1 Cel 48; 3 Cel 3; LM 4, 10; etc.; pero resulta muy difícil precisar la fecha de tal acontecimiento. El análisis de los datos de que se dispone sólo permite establecer el espacio de tiempo ante señalado.

1225: Es más que probable que, por el año 1225, San Antonio estuviera predicando en Tolosa de Francia, fortaleza de los albigenses, y, como maestro o “lector” de teología, diera clase a sus hermanos de hábito; una de las fuentes históricas dice que aquí sucedió el famoso milagro del mulo, que se arrodilló ante la Eucaristía.

1226: Se puede considerar seguro que, en 1226, Antonio fue nombrado “custodio” de los frailes de la región de Limoges; en aquel entonces, el “custodio” era un cargo intermedio entre el ministro provincial y el guardián o superior local. Es posible y hasta probable que el nombramiento lo hiciera fray Juan de Florencia, ministro provincial de Provenza, el que presidía el capítulo de Arlés en el que se apareció San Francisco cuando San Antonio predicaba (cf. 1 Cel 48). Antonio recibió un “lugar” para que en él se hospedaran los Hermanos Menores, que habían llegado a la ciudad y alrededores un par de años antes. Abrió también otro “lugar” o convento en Brive. Por supuesto, nunca dejó de enseñar y predicar. Fuentes históricas algo tardías refieren actividades apostólicas, viajes y estancias, milagros, etc., de San Antonio durante su permanencia en el sur de Francia; así por ejemplo: predicación en Saint-Junien y anuncio de un hecho prodigioso; estancia, encontrándose enfermo, en la abadía benedictina de Solignac; predicación en el sínodo de Bourges, en la que denunció el mal comportamiento del arzobispo, que se convirtió; guardián de los frailes en Le- Puy, donde realizó varios milagros o hechos prodigiosos.

1227: Hacia finales de 1227, Antonio regresó a Italia, atravesando a pie la Provenza. Pero no podemos determinar la fecha de su regreso, ni los motivos por los que volvió a Italia, ni si fijó su residencia en algún lugar o más bien siguió llevando vida de misionero itinerante. Algunos autores sostienen que Antonio iría a Italia para asistir, como custodio de Limoges, al capítulo general de Pentecostés que se celebró en Asís el 30 de mayo de 1227, capítulo importante por ser el primero que se celebraba después de la muerte de San Francisco, y en el que se eligió como ministro general a fray Juan Parente, que era provincial de España cuando Antonio ingresó en la Orden de Hermanos Menores.

1227 (?): De las fuentes se deduce con seguridad que Antonio fue elegido ministro provincial del norte de Italia, pero este hecho está envuelto en numerosas cuestiones de difícil solución. No sabemos los límites de la circunscripción territorial al frente de la cual estuvo (¿Milán? ¿Romaña? …); después de su renuncia y, tal vez en el capítulo general de 1230, la Italia septentrional se dividió en varias provincias. Más difícil aún es determinar la fecha aproximada en que fue elegido, aunque lo fue ciertamente a continuación de su estancia en el sur de Francia. Hasta 1239, los provinciales eran elegidos por el general, y no por los capítulos; por tanto, tuvo que ser elegido por fray Elías, que gobernó la Orden hasta el capítulo de Pentecostés de 1227, o por su sucesor, fray Juan Parente. El provincialato no tenía entonces una duración preestablecida, y la mayoría de autores estima que el de Antonio duró un trienio, aunque alguno lo reduce a un año. Las fuentes alaban la figura de Antonio como servidor y ministro de sus hermanos, subrayando su ejemplaridad, su clemencia y benignidad, su capacidad de conmover los corazones de los tibios y negligentes, su defensa y protección del buen nombre de sus frailes, su buen humor en la convivencia, etc. Sabemos con seguridad que Antonio dejó el oficio de ministro provincial en mayo de 1230, cuando se celebró un capítulo general con motivo del traslado de los restos mortales de San Francisco a la basílica que se le había construido.

1228-1230: Antonio, como ministro provincial del norte de Italia, estaba obligado, según la Regla, a visitar, exhortar, corregir, etc., a sus frailes súbditos, y no cabe duda que se entregaría a cumplir su misión; es fácil deducir, por tanto, que visitaría los lugares, pueblos y ciudades en que residían sus hermanos, y es obligado pensar que estuvo repetidas veces en Milán, porque allí se establecieron los franciscanos en 1227 y porque la ciudad era un foco muy activo de los herejes.

1228: Las relaciones de San Antonio con Vercelli suscitan varios problemas enmarañados, y no sólo cronológicos. A la hora de establecer el tiempo en que el santo estuvo en esa ciudad, los autores vacilan y señalan fechas que van de 1222 a 1230; parece más plausible la opinión que sitúa la presencia del santo en Vercelli hacia 1228 y estima que duraría cosa de un año. Sin duda alguna, San Antonio estuvo predicando en Vercelli, y sus sermones dejaron una huella indeleble incluso en el clero de la catedral. También está fuera de duda la amistad que unió a San Antonio y a Tomás Galo, famoso teólogo y comentador de los escritos del Pseudo-Dionisio, canónigo regular de San Agustín, abad del monasterio de San Andrés de Vercelli, en el que San Antonio moró durante algún tiempo; para ambos debió de resultar fructuoso el trato mutuo. En cambio, no parece probable que Antonio y el también franciscano Adam de Marsh coincidieran, como dice alguna fuente, en dicho monasterio, si bien es cierto que ambos mantuvieron contactos e intercambios culturales con el abad Tomás Galo. Sí es posible que Antonio predicara, pronunciara conferencias o diera alguna clase sobre temas particulares a la comunidad del monasterio de San Andrés mientras residió allí; pero no parece históricamente admisible que actuara en Vercelli como maestro de teología en sentido propio, ni en el monasterio, ni en la casa de los Hermanos Menores.

1229-1230: De junio de 1229 a junio de 1230, la Iglesia promovió una gran misión pacificadora en la región véneta (Marca de Treviso), atormentada por los crueles enfrentamientos entre facciones de la nobleza. Antonio era entonces ministro provincial y participó en esa misión, armonizando el cuidado de los frailes con los viajes de evangelizador y pacificador, tarea en la que buscó la colaboración de hermanos bien preparados; tuvo que visitar repetidas veces Padua y es probable que fijara allí su residencia, al menos temporalmente; así lo exige, además, la redacción definitiva de los Sermones dominicales y su profunda amistad con el pueblo paduano.

1229-1230: Parece lo más probable que Antonio, accediendo a la súplica insistente de los frailes, terminara la redacción de los Sermones dominicales y su preparación para la publicación, durante los inviernos de 1229 y 1230, cuando disminuían las visitas a los hermanos y la predicación itinerante, en Padua y concretamente en el convento de Santa María Mater Domini.

1229-1231: Es indudable que Antonio, en los largos períodos que pasó en Padua durante estos años, se dedicó intensamente a predicar, a oír confesiones, y también a enseñar teología a sus frailes en la escuela de los Hermanos Menores, que él mismo fundó en Padua; más aún, incluso tuvo coloquios y conferencias de temas bíblico-morales fuera de su convento y en los ambientes universitarios de la Ciudad, que le profesaron una gran veneración.

1230: El sábado 25 de mayo de 1230, los restos mortales de San Francisco fueron solemnemente trasladados de la iglesia de San Jorge a la nueva basílica dedicada al Poverello. Con este motivo se reunieron en capítulo general todos los dirigentes de la Orden, entre ellos San Antonio, quien dejó en esta circunstancia el oficio de minis.

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Cronología de la vida de San Antonio de Padua, (extensa y breve), en Selecciones de Franciscanismo, vol. XXVIII, n. 83(1999) 283-296.

Arnaldich, Luis, OFM San Antonio de Padua, en Año Cristiano, Tomo II,. Madrid, Ed. Católica (BAC 184), 1959, pp. 634-642.

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Rema, Henrique Pinto, O.F.M., Respuesta de San Antonio a la vocación franciscana, en AA.VV., Para conocer a San Antonio de Padua. XXXIII Semana de Confres. Madrid 1995, pp. 11-20.

Rey Escapa, Jaime, OFMCap, San Antonio de Padua y la vida religiosa, en Comunidades n. 88 (1996) 57-68

Messaggero di Sant’Antonio: En italiano, inglés, francés, alemán, español

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