El Templo del Monasterio de Los Jerónimos acoge desde hoy y hasta el viernes el Congreso Internacional ‘Justicia y proceso judicial’, organizado por la Cátedra Internacional Conjunta Inocencio III de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, y la Universidad Católica de Murcia. En el evento, que se ha inaugurado esta mañana, participan ponentes procedentes de distintos puntos de España, de Italia, EE.UU., Alemania, Portugal, Reino Unido, Suecia, Polonia y Chile.

El evento, se centra en su tercera edición en el proceso judicial, “y esto es como la cuna del derecho, donde empezaron a formularse los principios que todavía hemos heredado sobre la aspiración al valor de la justicia”, ha afirmado Manuel J. Arroba, presidente del Instituto Utriusque Iuris de la Pontificia Universidad Lateranense, quien ha impartido la conferencia de apertura.En la inauguración han intervenido José Luis Mendoza, presidente de la UCAM; Javier Belda y Manuel Arroba, codirectores de la Cátedra Inocencio III, y Matteo Nacci, profesor de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma.

"El proceso judicial es como la cuna del derecho, donde empezaron a formularse los principios que todavía hemos heredado sobre la aspiración al valor de la justicia"— Manuel J. Arroba

Belda, ha recordado que este Congreso se ha convertido en una cita obligada para los investigadores de la Historia del Derecho. “Pretende ser un evento en el que todos los investigadores tengan un espacio común para dar a conocer aquello sobre lo que están trabajando, así como las nuevas líneas sobre las que sería necesario trabajar en vista a las demandas de la sociedad”.Por su parte, Mendoza ha destacado la necesidad de que justicia y verdad vayan unidas, y ha recordado el importante papel de la historia como “gran maestra”.

La Iglesia en la actividad procesal

Manuel Arroba, quien ha sido presentado por Lourdes Ruano, presidenta de la Asociación Española de Canonistas, ha disertado sobre ‘Progreso y cultura en la experiencia procesal de la Iglesia’. “La iglesia ha tenido en la actividad procesal un papel importante”, ha asegurado. Al respecto enumeró los valores en los que la relación entre la Iglesia y los Estados, a propósito del proceso judicial, ha sido enriquecedora. En primer lugar ha señalado la necesidad de reconocer que hay una aspiración a la justicia que es común, que no depende de tener fe;  en segundo lugar, ha asegurado que el objetivo del proceso judicial es alcanzar la verdad de los hechos: “Hay que hacer lo posible para no dirigirnos hacia formas de justicia que con tal de acabar cuanto antes, a veces no permiten que se afirme la fuerza del derecho, sino el derecho del más fuerte”. Y por último ha definido la potestad judicial como un servicio, no como un acto de autoritarismo.

Sobre los temas que se tratarán a lo largo del Congreso, ha destacado que éstos son de máxima actualidad. “Hoy día se lleva muchas veces a la actividad judicial la confrontación; no hay confianza en que se logre en un proceso alcanzar la verdad de lo ocurrido, y por muchas razones de organización, las sentencias son actos que no tienen las motivaciones suficientes como para justificarse, como si todo dependiera de las discrepcionalidad de los jueces; y hay que procurar evitarlo”.